Por Noé Segura Salazar.
Un jueves 18 de marzo, pero de 1938, el ex presidente Lázaro Cárdenas del Río, declaró nacionalizada la industria del petróleo, sin embargo, a la par, esto le contrajo a México una deuda que sobrepasaba las posibilidades de pago; el ex primer mandatario se reunión con todos los ex gobernadores de los estados, y, todos acordaron que se organizarían para recaudar sus contribuciones, pero seguían siendo insuficientes.
Por lo que fue necesaria solicitar la contribución del pueblo, quien emocionado por la medida tomada por «Tata Lázaro», acudió al llamado del gobierno para solidarizarse una vez más. Nos cuentan nuestros abuelos que aquí en Chilpancingo, Guerrero, la sede de recepción fue lo que ahora se conoce como las oficinas del Colegio de Bachilleres.
Donde cada persona llevaba lo más valioso de sus pertenencias; desde cinco centavos hasta «el cochinito» completo, aún más, el prendedor o los aretes de oro, el anillo de compromiso y el vestido de novia, radios, la máquina de coser, planchas, hasta gallinas y guajolotes. Se adjuntaron el nombre y domicilio de cada donador, al que se le entregó su respectiva boleta, surgiendo aquella célebre frase de: «La Patria espera a sus hijos para pasar lista a los presentes».
En esos días no hubo distinción de clases sociales, miles de conmovedoras imágenes quedaron grabadas para lo que significó para la república el Día de la Expropiación Petrolera.