Al triunfo de la Revolución, el General Juan Álvarez Hurtado fue designado presidente provisional, durante su gestión se expidió la convocatoria para la reunión del Congreso.
Los días 14 y 15 de febrero de 1856 tuvieron lugar juntas preparatorias previas, y el 17 se llevó a cabo la instalación del Congreso, que inició sus trabajos ese mismo día.
Ahí fueron aprobadas la Ley Juárez y la Ley Lerdo, y se derogaron varios decretos de Santa Anna que vulneraban la soberanía de los estados, declarándose también vigente el decreto de 1833 que rechazaba cualquier tipo de coacción civil para el cumplimiento de los votos monásticos.
Se definía un Estado nacional, entendido como el Estado liberal de derecho: republicano, representativo, federal y laico, cambiándose la estructura política, suprimiendo al Estado confesional y dio inicio la secularización de la sociedad, acabando con los estamentos de fueros y privilegios.
Es considerada como la revolución cultural más trascendente de nuestra historia, al suprimirse la intolerancia religiosa y garantizar la máxima de las libertades: la de pensamiento.
Juan Alvarez «y sus pintos» regresan a Guerrero, hasta que la contrareforma los llamaría de nueva cuenta a tomar las armas.